EL IMPONENTE CERRO HUAYANAY

Al recordar el viaje a Canchaque vienen a mi mente las maravillosas experiencias vividas en aquel lugar. Después de tres horas de viaje, una ciudad acogedora nos daba la bienvenida. Un pequeño pueblo donde la tranquilidad y serenidad se unían en perfecta armonía con el clima cálido, garantizándonos una estadía de ensueño. De inmediato, abordamos un auto y en 10 minutos tuvimos ante nosotros el imponente Cerro Mirador Huayanay. Desde allí se puede apreciar la belleza de la naturaleza y podemos comprobar que Canchaque merece ser llamada “La Suiza Piurana”. Sin duda, visitar el Cerro Mirador Huyanay resulta perfecto para escapar de la rutina y el bullicio de la ciudad, disfrutando su belleza y encanto natural.

Uno de los mayores atractivos del Cerro Mirador Huayanay es que la aventura se conjuga naturalmente con el sosiego. Lo que parece ser una ardua caminata se convierte en el momento perfecto para oxigenar los pulmones, desentumecer el cuerpo y reavivar los sentidos. El esfuerzo puesto en la caminata es recompensado al observar las tonalidades verdes de los paisajes, poblados por enormes y frondosos árboles como el álamo, el higuerón, el sauce y el palo santo. Ese hermoso espectáculo que nos regala la naturaleza es acompañado por el peculiar canto de pequeñas aves propias del lugar.

Al llegar a la cima, el encanto es aún mayor, desde allí se disfruta de una vista panorámica de la ciudad de Canchaque. La imagen que se presenta ante nosotros es perfecta. A lo lejos se ve el pueblo de Palambla, a un lado la carretera y los caminos marcados entre los bosques. Durante la mañana se puede apreciar el sol en todo su esplendor y junto al aire fresco del lugar nos promete una experiencia única.

Por la tarde, el Cerro Mirador Huayanay se convierte en el lugar ideal para observar bellos atardeceres donde el sol tiñe un mar de nubes hasta ocultarse por completo. Después de horas disfrutando Canchaque, llegó el momento de abordar los buses para regresar a Piura donde nuestras familias nos esperaban con ansias. 

Danixa Domínguez Saavedra