Sonó el despertador, eran
las cinco de la mañana. Mientras alistaba los últimos detalles imaginaba el
rostro de mis compañeras, ansiosas y felices por el viaje a Canchaque. Era la
primera vez que visitaría esa ciudad y la emoción me invadía. Una vez dentro
del bus, las tres largas horas de viaje se acortaban al observar el encanto de
la naturaleza, los fabulosos paisajes y el aire freso que se respiraba. Cuando
bajamos del bus nos quedamos anonadadas por la belleza del paisaje y la cálida
acogida que nos brindaron los pobladores. Canchaque es una ciudad hermosa, llena
de biodiversidad, un lugar ideal para
visitar con la familia o con los amigos.
De inmediato, abordamos un
auto y nos dirigimos hacia el cerro Huayanay. Los rostros de mis compañeras
reflejaban la emoción por conocer un lugar nuevo. Una vez allí, empezamos el
ascenso. Algunas de las chicas, guiadas por su espíritu aventurero, lideraban
la caminata, ansiosas de llegar a la cima. A otras, las invadía el miedo e
impedía que continuaran con la larga caminata, pero no faltó quien las motivara
para continuar. Ya en la cima experimentamos la satisfacción de haber logrado
nuestro objetivo. Además, disfrutamos de una excelente vista panorámica de la
ciudad. Después, nos preparamos para el regreso, que por cierto nos resultó
difícil, pues casi todas deseábamos continuar tomando fotografías y disfrutar
del aire puro y fresco del lugar.
Con más energías
continuamos el recorrido, fuimos caminando y conversando con el guía por el
encantador pueblo de Palambla y sin pensarlo en un instante ya estábamos en la
plaza, donde llegarían autos para llevarnos a los peroles. Allí pudimos
disfrutar del agua limpia y cristalina que cae de las quebradas, en las que los
pobladores disfrutan de su frescura y de la tranquilidad que les brinda la
naturaleza.
Se acercaba el final de
esta experiencia inolvidable y en el Instituto Tecnológico Superior de
Canchaque nos dieron una charla sobre el potencial turístico que caracteriza a
este lugar. La experiencia fue indescriptible. Definitivamente, se necesita más
de un día para conocer y disfrutar al máximo este lugar. Aunque no pudimos
conocer todo, sin duda quedaron esas ganas por regresar. Al finalizar la
charla, nos deleitaron con un delicioso estofado, cena característica de la distrito,
acompañado de deliciosas tortillas con queso fresco y una taza de exquisito
café orgánico, producto representativo de Canchaque. Claro, que también hubo un
momento de diversión y confraternidad en el que jugamos vóley con los chicos y
chicas del instituto.
Durante el retorno,
cantamos, bromeamos y tomamos fotografías. La alegría inundó el bus. Poco a
poco nos fuimos quedando dormidas, hasta llegar a Piura donde nuestros padres
nos esperaban ansiosos. Sin duda alguna, Canchaque es el mejor lugar para
descansar y disfrutar de la tranquilidad, lejos del caos de la ciudad.
Kiara Campos Muñoz
No hay comentarios.:
Publicar un comentario